miércoles, 1 de febrero de 2012

El Perfil del Consultor de DO (Desarrollo Organizacional)

Ahora que ha sido creada la Asociación de Profesionales en DO (26 de enero de 2012), esta disciplina, que para tener 50 años está bien conservada y de hecho va por su segundo aire, seguramente se reposicionará en muchas organizaciones, debido a la necesidad que tienen de llevar a cabo procesos de cambio exitosos para responder a las constantes demandas del entorno de negocios.

Por eso, no está por demás repasar algunos de los conocimientos, características y habilidades que deben tener los consultores internos y externos de Desarrollo Organizacional, si quieren ser efectivos en su tarea de apoyar los esfuerzos de transformación de las empresas.

En materia de conocimientos, resulta obvio decir que tienen que ser expertos en todo lo que se relaciona con la administración estratégica del cambio (Change Management), además de estar familiarizados con las intervenciones típicas del DO (individuales, grupales y de sistema total), y dominar muy bien algunas de ellas (aquéllas que más les gusten o con las que más se identifiquen).

Esto incluye una formación sólida en la metodología y herramientas de diagnóstico y evaluación, y, por supuesto, estar al día en lo que se dice y hace en el terreno del cambio organizacional.

En cuanto a las características personales, algunas de las que pueden destacarse son la apertura y la flexibilidad (difícilmente se podrá ayudar a alguien a cambiar si no es capaz de hacerlo uno mismo; y créanme, se dan casos); la creatividad (el cambio y la generación de nuevas ideas y la búsqueda de alternativas y soluciones diferentes van de la mano); la orientación a resultados; la honestidad (consigo mismo y con los demás); la tolerancia a la incertidumbre, a la frustración y a la presión; la curiosidad y la pasión por el aprendizaje continuo; el sentido común, y, algo muy importante y poco practicado por muchos consultores, la humildad (reconocer que ni se sabe, ni se puede, ni se es todo).

Por supuesto que a la lista anterior se podrían sumar un buen número de características más, pero tampoco se trata de que el consultor sea perfecto (de hecho, una buena dosis de imperfección asumida nunca cae mal, porque es el motor de la mejora). Por eso, pasaremos ahora al campo de las habilidades, que cabe aclarar de antemano tampoco será exhaustivo.

Cuatro grupos de habilidades

Es muy deseable que el consultor en DO desarrolle (en caso de que no las tenga) una serie de habilidades que podrían agruparse en cuatro grandes grupos: comunicación, relaciones interpersonales, solución de problemas y toma de decisiones, y liderazgo.

Si comunicarse de manera efectiva es importante para cualquiera, para el consultor es crucial. El ABC de la comunicación dice que las habilidades básicas son receptividad (escucha activa, disposición para considerar las ideas, opiniones y sentimientos de los demás) y asertividad (capacidad para expresar con claridad lo que se piensa y siente, para dar retroalimentación y para vender ideas). Ambas son esenciales, pero el proceso de consultoría empieza (contra lo que suele creerse y hacerse) en la escucha. Antes de decirle al cliente lo que requiere, tengo que saber lo que necesita.

Las habilidades interpersonales son las que permiten establecer una relación sana y productiva con los demás. Empiezan con la capacidad empática, es decir, con el interés por conocer y entender al otro, e incluyen el manejo del conflicto, el control de las emociones, la tolerancia, la aceptación y la búsqueda constante del ganar-ganar. También se refiere al ver al otro no como alguien que depende de mí, sino como alguien que tiene el potencial y la capacidad para hacer las cosas por sí mismo, si se le facilitan el camino y los recursos.

Las habilidades de solución de problemas y toma de decisiones se vuelven cada día más importantes en las organizaciones. Por eso, hay que saber obtener la información, analizarla y procesarla para identificar los problemas y sus causas, y para elegir las alternativas de acción más adecuadas, en función de los objetivos que se persiguen y de los recursos disponibles.

Aquí entran tanto el pensamiento racional como el creativo, de manera que se combinen para encontrar las mejores soluciones.

En cuanto al liderazgo, no puede concebirse a un consultor que no posea esta habilidad, si bien hay que entender que el estilo que se esperaría de él para obtener los mejores resultados es el facilitador. Más que un jefe que ordena o que un médico que prescribe, el consultor es un apoyo para el crecimiento de las personas y de las organizaciones, lo que significa, antes que nada, que las ayuda a descubrir y aprovechar lo mejor que tienen dentro de sí mismas.

La consultoría es, como se puede ver, todo un arte.

Artículo publicado en “Reforma”, sección “Capital Humano”, del día 31 de enero de 2012.
 Autor: Horacio Andrade